Extracto del capítulo “ Micropercepión y micropolíticas” del libro “Políticas del Afecto” de Brian Massumi. Editado por Polity Press, Cambridge en el 2015. Traducción de Diego Gil. Pàginas 53-8.
Joel McKim: Entonces, ¿qué precede al evento? ¿Qué lo origina?
Brian Massumi: Shock. Eso es lo que dice Peirce. El afecto para mí es inseparable del concepto del shock. Pero no tiene que ser un drama. Realmente se trata más de microshocks, del tipo que puebla cada momento de nuestras vidas. Por ejemplo, un cambio de enfoque, o un crujido en la periferia de la visión que atrae la mirada hacia él. En cada cambio de atención hay una interrupción, un corte momentáneo en el modo de despliegue de la vida en curso [onward deployment of life]. El corte puede pasar desapercibido, golpeando imperceptiblemente, y solo sus efectos entran en la conciencia mientras se desenvuelven. Este es el inicio de la activación a la que me refería anteriormente. Iría tan lejos como para decir que este inicio de la experiencia es por naturaleza imperceptible.
Esta es una forma de entender la ‘micropercepción’, un concepto de gran importancia para Deleuze y Guattari. La micropercepción no es una percepción más pequeña, sino que es una percepción de tipo cualitativamente diferente. Es algo que se siente sin registrarse conscientemente. Se registra solo en sus efectos. De acuerdo con su noción de shock, siempre hay una conmoción en marcha, algo que está pasando [something doing] , como James diría. Siempre hay algo que interrumpe, interrumpiendo las continuidades que están en progreso. Para que las cosas continúen, tienen que re-continuar. Tienen que re-girar [re-jig] alrededor de la interrupción. En el instante de volver a re-girar [re-jig], el cuerpo se prepara para lo que vendrá. Se re-fuerza/tensa/abraza [in-braces], en el sentido de que vuelve a su potencial para más de la vida a venir, y ese potencial es inmanente a su propio surgimiento.
A veces se puede sentir el efecto tensionante/abrazador [in-bracing], de manera más notable en sobresaltos o sustos. Antes de que puedas reconocer conscientemente a qué temes, o incluso antes de sentir que eres tú mismo el que es el sujeto de la sensación de lo aterrador de la situación. Es en el siguiente instante, que te das cuenta de que sería mejor descubrir qué pudo haber ocasionado el lanzamiento, y lo qué deberías hacer al respecto. Es solo en ese momento, que posees tu sentimiento como tuyo propio, y que lo reconoces como un contenido de tu propia vida, como un episodio emocional de tu historia personal. Pero en el instante del golpe afectivo, aún no hay contenido. Todo lo que hay es la cualidad afectiva, coincidiendo con la sensación de la interrupción, con el tipo de transición sentida de la que hablé antes. Esa cualidad afectiva es todo lo que hay en ese instante en el mundo. Toma la vida, por un instante inconmensurable de skock, llena el mundo. La micropercepción es este reinicio del mundo puramente afectivo.
La micropercepción es corporal. No hay susto, ni ningún otro afecto en lo que refiere a este asunto, sin un movimiento acompañante en o del cuerpo. Esta es la famosa tesis de James-Lange. De hecho, la tesis va más allá hasta decir que esta conmoción corporal es lo que es una emoción. James lo llama emoción, pero en el nivel generativo es lo que llamamos afecto. La tesis de James-Lange ha sido criticada ampliamente como reductiva, pero eso es una malinterpretación. Porque el cuerpo, en este nuevo comienzo eventual, lleva tendencias que reviven el pasado y que ya se esfuerzan hacia un futuro. En su conmoción, las capacidades se reactivan, se preparan para jugarse, en un aumento o disminución de su poder de existencia colectivo. El cuerpo figura aquí como un corte en la continuidad de la relación, lleno de potencial para re- relacionarse con una diferencia. El shock microperceptual es como una re-señalización [re-cueing] de nuestro poder corporal de existencia. Aquí el cuerpo es lo que Pierce llama una "cualidad material": una cualidad de experiencia que se está viviendo activamente en intensidad [lived-in] antes de que se viva actualmente en extensión [lived out]. Es vivido [lived-in] en intensidad, en una especie de agitación existencial, en una manera o postura hacia el evento a venir, una especie de retroceso, no para retirarse del mundo, sino más bien para prepararse [brace] para él otra vez y para cómo será de otra manera.
El mundo en el que vivimos está literalmente hecho de estas micropercepciones re-inaugurales, recortando, dando señales de emergencia y capacidades de anticipación. Cada cuerpo está, en cada instante, cautivado por un numero cualquiera de ellas. Un cuerpo es un complejo de preparaciones/ tensiones/ abrazamientos (in-bracings) jugando de forma compleja y de manera serial. Las tendencias y capacidades activadas no dan necesariamente fruto. Algunas serán convocadas justo al punto de ser desplegadas sólo para ser dejadas atrás, no actualizadas. Pero incluso estas habrán dejado su rastro. En ese momento de conmoción interruptiva, hay una indecisión productiva. Hay un suspenso constructivo. Los potenciales resuenan e interactúan, y esto modula lo que actualmente se hace evento. Incluso lo que no sucede tiene un efecto modulador. Whitehead tenía una palabra para esto. Lo llamó 'aprensión negativa' ['negative prehension']. Es un concepto algo paradójico. Se refiere a un percepción-sentimiento imperceptible [unfelt feeling] que entra positivamente en la constitución de una experiencia, a causa de su exclusión activa de ella. El concepto de afecto está ligado a la idea de que la modulación ocurre en un nivel constitutivo donde muchas cosas están pasando, la mayoría de ellas imperceptiblemente. O de nuevo, sentidas solo por sus efectos. Aunque por pasar imperceptiblemente no son menos reales.
Digamos que hay varios cuerpos indexados para la misma interrupción, preparados para la misma señal, impactados en conjunto. Lo que sucede es un evento colectivo que está distribuido a través de esos cuerpos. Dado que cada cuerpo traerá un conjunto de capacidades diferente, incluso si se les da una señal en conjunto, no hay garantía de que actuarán en unísono. Por diferentes que sean sus acciones eventuales, todas se habrán desarrollado desde el mismo suspenso. Se habrán sintonizado –diferencialmente - a la misma conmoción que irrumpe. La "sintonía afectiva" [affective attunement] - un concepto de Daniel Stern - es una pieza crucial en el rompecabezas afectivo. Es una forma de abordar la política afectiva mucho más flexible que la noción presente en la literatura del "giro afectivo", como la imitación o el contagio, ya que encuentra la diferencia en el unísono y la concertación en la diferencia. Por eso, puede reflejar mejor la complejidad de las situaciones colectivas, así como la variabilidad que puede derivarse de lo que podría considerarse el "mismo" afecto. No hay similitud de afecto. Hay diferencia afectiva en el mismo evento. Las reacciones al miedo, para volver otra vez a ese ejemplo, varían enormemente, e incluso varían significativamente en diferentes momentos de la vida del mismo individuo.
Joel McKim: Usted menciona la noción de política afectiva. ¿Puedes hablar más sobre la forma en que esta manera de pensar acerca de eventos y micropercepciones es política?
Brian Massumi: La política, enfocada afectivamente, es un arte de emitir los signos de interrupción, desencadenando las señales que sintonizan los cuerpos, al mismo tiempo que activan sus capacidades de manera diferencial. La política afectiva es inductiva. Los cuerpos pueden ser inducidos o sintonizados hacia ciertas regiones de tendencia, futuridad y potencial, pueden ser inducidos a habitar en el mismo ambiente afectivo, incluso si no hay certeza de que actuarán de la misma manera en él. Un buen ejemplo es una alarma, un signo de amenaza o de peligro. Incluso si en el próximo instante llegas a la conclusión de que es una falsa alarma, otros que la han escuchado pueden responder de manera diferente, aunque responderán de manera diferente, juntos, como habitantes del mismo ambiente afectivo. Todos los que registraron la alarma se habrán sintonizado de una manera u otra, con el mismo evento de la amenaza. Es la suma total de las diferentes maneras de ser interpelado por el mismo evento, que definirá lo que habrá sido políticamente. El evento no puede ser completamente predeterminado. Será como ocurra. Para que exista uniformidad en la respuesta, otros factores deben haber estado activos para pre-canalizar las tendencias. La política de la conformidad que se basa en dar señales a la amenaza, como las políticas que prevalecieron durante la administración de Bush, debe trabajar en muchos niveles y en muchos ritmos de preparación/prevención [priming] corporal para garantizar un éxito relativo. Y otra vez, habrá líneas menores que no se enfatizarán o se pondrán en relieve o se promulgarán por completo, pero que todos habrán sentido de esa manera insensible que es la aprensión negativa [negative prehension]. Esas líneas menores permanecen como una reserva de potencial político. Es un potencial que es inmediatamente colectivo. No es una mera posibilidad, sino que es una parte activa de la constitución de esa situación, sólo que es una parte que no ha sido completamente desarrollada, que no ha sido completamente capacitada para desplegarse. Esto significa que hay políticas alternativas [alter-politics] posibles, en el corazón de cada situación colectivamente tensada/abrazada [in-braced], incluso para aquellos conformistas más exitosos, en lo que respecta a su modo de sintonía. Puedes volver a la reserva de potencial real aunque no expresada, y re-señalarla [re-cue it]. Esta sería una política de micropercepciones: una micropolítica. La campaña de Obama de resignificar [re-cueing] el temor hacia la esperanza, podría verse apuntando a ese nivel micropolítico, aunque curiosamente, a través de medios macro-mediáticos. Incluso en la situación política más controlada, hay un excedente de potencial no actualizado que se siente colectivamente. Si se le indica, puede volver a modular la situación. Como a Deleuze y Guattari les gustaba decir, no hay ideología y nunca la hubo. Lo que quieren decir con eso es que ninguna situación está totalmente predeterminada por estructuras ideológicas o codificaciones. Cualquier posición que preste atención exclusiva a ese nivel es fatalmente incompleta. Ninguna situación traduce simplemente las inculcaciones ideológicas en acción. Siempre hay un evento, y el evento siempre incluye dimensiones que no están completamente actualizadas, por lo que siempre hasta cierto punto, está abierto, siempre es dinámico y se está reformando. Para ser en efecto, las predeterminaciones ideológicas tienen que entrar en el evento y tomar efecto. Tienen que reafirmarse, para convertirse efectivamente en ingredientes del evento. Su efectividad es siempre un logro, una victoria renovada, y lo que se necesita lograr puede fallar. La micropolítica, la política afectiva, busca el grado de apertura de cualquier situación, con la esperanza de propiciar [priming] una resultado alternativo. Simplemente modulando una situación, de manera que se amplifica un potencial que antes no se percibía hasta el punto de la perceptibilidad, es un resultado alternativo.
Extracto del capítulo “ Micropercepión y micropolíticas” del libro “Políticas del Afecto” de Brian Massumi. Editado por Polity Press, Cambridge en el 2015. Traducción de Diego Gil. Pàginas 53-8.
Joel McKim: Entonces, ¿qué precede al evento? ¿Qué lo origina?
Brian Massumi: Shock. Eso es lo que dice Peirce. El afecto para mí es inseparable del concepto del shock. Pero no tiene que ser un drama. Realmente se trata más de microshocks, del tipo que puebla cada momento de nuestras vidas. Por ejemplo, un cambio de enfoque, o un crujido en la periferia de la visión que atrae la mirada hacia él. En cada cambio de atención hay una interrupción, un corte momentáneo en el modo de despliegue de la vida en curso [onward deployment of life]. El corte puede pasar desapercibido, golpeando imperceptiblemente, y solo sus efectos entran en la conciencia mientras se desenvuelven. Este es el inicio de la activación a la que me refería anteriormente. Iría tan lejos como para decir que este inicio de la experiencia es por naturaleza imperceptible.
Esta es una forma de entender la ‘micropercepción’, un concepto de gran importancia para Deleuze y Guattari. La micropercepción no es una percepción más pequeña, sino que es una percepción de tipo cualitativamente diferente. Es algo que se siente sin registrarse conscientemente. Se registra solo en sus efectos. De acuerdo con su noción de shock, siempre hay una conmoción en marcha, algo que está pasando [something doing] , como James diría. Siempre hay algo que interrumpe, interrumpiendo las continuidades que están en progreso. Para que las cosas continúen, tienen que re-continuar. Tienen que re-girar [re-jig] alrededor de la interrupción. En el instante de volver a re-girar [re-jig], el cuerpo se prepara para lo que vendrá. Se re-fuerza/tensa/abraza [in-braces], en el sentido de que vuelve a su potencial para más de la vida a venir, y ese potencial es inmanente a su propio surgimiento.
A veces se puede sentir el efecto tensionante/abrazador [in-bracing], de manera más notable en sobresaltos o sustos. Antes de que puedas reconocer conscientemente a qué temes, o incluso antes de sentir que eres tú mismo el que es el sujeto de la sensación de lo aterrador de la situación. Es en el siguiente instante, que te das cuenta de que sería mejor descubrir qué pudo haber ocasionado el lanzamiento, y lo qué deberías hacer al respecto. Es solo en ese momento, que posees tu sentimiento como tuyo propio, y que lo reconoces como un contenido de tu propia vida, como un episodio emocional de tu historia personal. Pero en el instante del golpe afectivo, aún no hay contenido. Todo lo que hay es la cualidad afectiva, coincidiendo con la sensación de la interrupción, con el tipo de transición sentida de la que hablé antes. Esa cualidad afectiva es todo lo que hay en ese instante en el mundo. Toma la vida, por un instante inconmensurable de skock, llena el mundo. La micropercepción es este reinicio del mundo puramente afectivo.
La micropercepción es corporal. No hay susto, ni ningún otro afecto en lo que refiere a este asunto, sin un movimiento acompañante en o del cuerpo. Esta es la famosa tesis de James-Lange. De hecho, la tesis va más allá hasta decir que esta conmoción corporal es lo que es una emoción. James lo llama emoción, pero en el nivel generativo es lo que llamamos afecto. La tesis de James-Lange ha sido criticada ampliamente como reductiva, pero eso es una malinterpretación. Porque el cuerpo, en este nuevo comienzo eventual, lleva tendencias que reviven el pasado y que ya se esfuerzan hacia un futuro. En su conmoción, las capacidades se reactivan, se preparan para jugarse, en un aumento o disminución de su poder de existencia colectivo. El cuerpo figura aquí como un corte en la continuidad de la relación, lleno de potencial para re- relacionarse con una diferencia. El shock microperceptual es como una re-señalización [re-cueing] de nuestro poder corporal de existencia. Aquí el cuerpo es lo que Pierce llama una "cualidad material": una cualidad de experiencia que se está viviendo activamente en intensidad [lived-in] antes de que se viva actualmente en extensión [lived out]. Es vivido [lived-in] en intensidad, en una especie de agitación existencial, en una manera o postura hacia el evento a venir, una especie de retroceso, no para retirarse del mundo, sino más bien para prepararse [brace] para él otra vez y para cómo será de otra manera.
El mundo en el que vivimos está literalmente hecho de estas micropercepciones re-inaugurales, recortando, dando señales de emergencia y capacidades de anticipación. Cada cuerpo está, en cada instante, cautivado por un numero cualquiera de ellas. Un cuerpo es un complejo de preparaciones/ tensiones/ abrazamientos (in-bracings) jugando de forma compleja y de manera serial. Las tendencias y capacidades activadas no dan necesariamente fruto. Algunas serán convocadas justo al punto de ser desplegadas sólo para ser dejadas atrás, no actualizadas. Pero incluso estas habrán dejado su rastro. En ese momento de conmoción interruptiva, hay una indecisión productiva. Hay un suspenso constructivo. Los potenciales resuenan e interactúan, y esto modula lo que actualmente se hace evento. Incluso lo que no sucede tiene un efecto modulador. Whitehead tenía una palabra para esto. Lo llamó 'aprensión negativa' ['negative prehension']. Es un concepto algo paradójico. Se refiere a un percepción-sentimiento imperceptible [unfelt feeling] que entra positivamente en la constitución de una experiencia, a causa de su exclusión activa de ella. El concepto de afecto está ligado a la idea de que la modulación ocurre en un nivel constitutivo donde muchas cosas están pasando, la mayoría de ellas imperceptiblemente. O de nuevo, sentidas solo por sus efectos. Aunque por pasar imperceptiblemente no son menos reales.
Digamos que hay varios cuerpos indexados para la misma interrupción, preparados para la misma señal, impactados en conjunto. Lo que sucede es un evento colectivo que está distribuido a través de esos cuerpos. Dado que cada cuerpo traerá un conjunto de capacidades diferente, incluso si se les da una señal en conjunto, no hay garantía de que actuarán en unísono. Por diferentes que sean sus acciones eventuales, todas se habrán desarrollado desde el mismo suspenso. Se habrán sintonizado –diferencialmente - a la misma conmoción que irrumpe. La "sintonía afectiva" [affective attunement] - un concepto de Daniel Stern - es una pieza crucial en el rompecabezas afectivo. Es una forma de abordar la política afectiva mucho más flexible que la noción presente en la literatura del "giro afectivo", como la imitación o el contagio, ya que encuentra la diferencia en el unísono y la concertación en la diferencia. Por eso, puede reflejar mejor la complejidad de las situaciones colectivas, así como la variabilidad que puede derivarse de lo que podría considerarse el "mismo" afecto. No hay similitud de afecto. Hay diferencia afectiva en el mismo evento. Las reacciones al miedo, para volver otra vez a ese ejemplo, varían enormemente, e incluso varían significativamente en diferentes momentos de la vida del mismo individuo.
Joel McKim: Usted menciona la noción de política afectiva. ¿Puedes hablar más sobre la forma en que esta manera de pensar acerca de eventos y micropercepciones es política?
Brian Massumi: La política, enfocada afectivamente, es un arte de emitir los signos de interrupción, desencadenando las señales que sintonizan los cuerpos, al mismo tiempo que activan sus capacidades de manera diferencial. La política afectiva es inductiva. Los cuerpos pueden ser inducidos o sintonizados hacia ciertas regiones de tendencia, futuridad y potencial, pueden ser inducidos a habitar en el mismo ambiente afectivo, incluso si no hay certeza de que actuarán de la misma manera en él. Un buen ejemplo es una alarma, un signo de amenaza o de peligro. Incluso si en el próximo instante llegas a la conclusión de que es una falsa alarma, otros que la han escuchado pueden responder de manera diferente, aunque responderán de manera diferente, juntos, como habitantes del mismo ambiente afectivo. Todos los que registraron la alarma se habrán sintonizado de una manera u otra, con el mismo evento de la amenaza. Es la suma total de las diferentes maneras de ser interpelado por el mismo evento, que definirá lo que habrá sido políticamente. El evento no puede ser completamente predeterminado. Será como ocurra. Para que exista uniformidad en la respuesta, otros factores deben haber estado activos para pre-canalizar las tendencias. La política de la conformidad que se basa en dar señales a la amenaza, como las políticas que prevalecieron durante la administración de Bush, debe trabajar en muchos niveles y en muchos ritmos de preparación/prevención [priming] corporal para garantizar un éxito relativo. Y otra vez, habrá líneas menores que no se enfatizarán o se pondrán en relieve o se promulgarán por completo, pero que todos habrán sentido de esa manera insensible que es la aprensión negativa [negative prehension]. Esas líneas menores permanecen como una reserva de potencial político. Es un potencial que es inmediatamente colectivo. No es una mera posibilidad, sino que es una parte activa de la constitución de esa situación, sólo que es una parte que no ha sido completamente desarrollada, que no ha sido completamente capacitada para desplegarse. Esto significa que hay políticas alternativas [alter-politics] posibles, en el corazón de cada situación colectivamente tensada/abrazada [in-braced], incluso para aquellos conformistas más exitosos, en lo que respecta a su modo de sintonía. Puedes volver a la reserva de potencial real aunque no expresada, y re-señalarla [re-cue it]. Esta sería una política de micropercepciones: una micropolítica. La campaña de Obama de resignificar [re-cueing] el temor hacia la esperanza, podría verse apuntando a ese nivel micropolítico, aunque curiosamente, a través de medios macro-mediáticos. Incluso en la situación política más controlada, hay un excedente de potencial no actualizado que se siente colectivamente. Si se le indica, puede volver a modular la situación. Como a Deleuze y Guattari les gustaba decir, no hay ideología y nunca la hubo. Lo que quieren decir con eso es que ninguna situación está totalmente predeterminada por estructuras ideológicas o codificaciones. Cualquier posición que preste atención exclusiva a ese nivel es fatalmente incompleta. Ninguna situación traduce simplemente las inculcaciones ideológicas en acción. Siempre hay un evento, y el evento siempre incluye dimensiones que no están completamente actualizadas, por lo que siempre hasta cierto punto, está abierto, siempre es dinámico y se está reformando. Para ser en efecto, las predeterminaciones ideológicas tienen que entrar en el evento y tomar efecto. Tienen que reafirmarse, para convertirse efectivamente en ingredientes del evento. Su efectividad es siempre un logro, una victoria renovada, y lo que se necesita lograr puede fallar. La micropolítica, la política afectiva, busca el grado de apertura de cualquier situación, con la esperanza de propiciar [priming] una resultado alternativo. Simplemente modulando una situación, de manera que se amplifica un potencial que antes no se percibía hasta el punto de la perceptibilidad, es un resultado alternativo.
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